sábado, 26 de noviembre de 2011

Adiós a una grande

Por: Por Lorena Illoldi



La destacada escritora Graciela González Blackaller falleció el pasado 14 de noviembre, a los 89 años de edad; poeta y dramaturga originaria de Coahuila, se avecindó en esta ciudad capital, desde donde trabajó arduamente en pro del desarrollo literario en Tamaulipas.



Chelita fue maestra y escritora notable; publicó varios libros, entre ellos “Lapislázuli”, (1968) y “Contra reloj” (1989), de poesía, así como “Samperio no existe” (1989) y “Cuatro viajes” (1995); asimismo, antes de partir dejó consignada la historia de su familia en un libro escrito ex profeso para garantizar que sus descendientes conocieran y jamás olvidarán sus orígenes.

El amor inmenso que Graciela tuvo para su familia fue labor primordial en su vida; si Chela fue una gran escritora y maestra, su mérito más grande, fue haber sido una gran mujer, estupenda madre, abuela, bisabuela y amiga. La maestra tuvo a bien prodigarse a manos llenas con quien deseara abrevar de su experiencia, de su conocimiento, de sus siempre atinadas sugerencias y señalamientos, de su amor por la literatura y del rigor estilístico y de construcción literaria que le gustaba imprimir a las letras.

La maestra González laboró en diversas instituciones educativas, escribiendo inclusive un libro de texto con su propio método para la enseñanza del español, y del mismo modo ocupó cargos importantes en el Gobierno de Tamaulipas, y durante varios años coordinó el Taller de Literatura en el Campus Victoria de la Universidad Autónoma de Tamaulipas, labor en que hubimos de suplirla un día Alfredo Marko y yo, temerosos de no llenar sus zapatos; ciertamente, se ocuparon dos escritores para ocupar su lugar.

Despedimos a Graciela González Blackaller tal y como a ella le habría gustado: sin demasiados protocolos, con sencillez y celebrando la vida y la palabra; entre narraciones y poemas suyos en voces de quienes tanto la quisieron, signamos su gloriosa partida y nos quedamos con la consigna de replicar una vida pródiga y pletórica de amor. Su recuerdo vivo en los corazones de quienes tuvimos la fortuna de conocerla y disfrutarla, es la mejor herencia que pudo dejar, y para los que no tuvieron ese privilegio, quedan sus letras, que de igual modo retratan su hacer y deshacer en este camino que llamamos vida: hasta luego, Chela, tu familia y amigos siempre te vamos a extrañar.


ección: Editoriales / Digo yo.
Periódico Hoy Tamaulipas de Ciudad Victoria, 21 de noviembre del 2011

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