sábado, 26 de noviembre de 2011

Si no doliera tanto

Por: Graciela González Blackaller
Te envió esta carta sabiendo que te vas a disgustar. No me importa. Es cierto que al principio fuiste bueno. Cundo yo sufría tanto… me trataste con gran delicadeza. Vi tus ojos comprensivos tan cerca de mí. Luego surgieron las palabras necesarias para a establecer confianza entre los dos. Sin prometerlo, me hiciste creer que nuestra relación seria fácil, sencilla; y sobre todo, lo que mas me convención: aseguraste que no iba a sufrir. ¡Cuanta credulidad la mía! Cerré los ojos y dejé, como quien dice, mi suerte en tus manos.
Te entusiasmaste conmigo, no lo niegues. En ese primer momento prometiste tantas cosas; y yo a mi vez ,prometí recompensarte largamente. Pero mentiste. Abusaste de mi buena fe.
Si no doliera tanto me reiría. No puedo hacerlo, por que me heriste. No se cuánto tiempo dure
este dolor, por eso te escribo, para que sepas. Cuando no me dejabas hablar, rígida, tensa, con las manos crispadas , lo juré.

No volveré a tu consultorio donde tal vez tienes otra victima esperando. Señor dentista, olvídate de mi tratamiento.


Universidad Autónoma de Tamaulipas
Ciudad Victoria, Año 1989.

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