sábado, 26 de noviembre de 2011

Graciela sí existe

Por Celeste Alba Iris



A inicios de semana, el 14 de noviembre, el corazón de Adela Graciela González Blackaller dejó de latir. Tuvo un corazón fuerte pero aún los más vigorosos órganos concluyen su pulso.
Graciela fue una mujer que pobló la trayectoria de sus días con mucho de lo ordinario, lo que de ella se esperaba edificará en la vida: una buena educación, un trabajo respetable, un matrimonio transigente, la crianza de varios hijos; sin embargo Graciela también fue una criatura excepcional que anduvo por distintos territorios, fundó espacios, le dio la cara de frente al qué dirán, y se asumió como escritora emergente con más de cuarenta años de edad.
Los padres de Graciela fueron miembros activos en la Revolución Mexicana, Martín González Vázquez se desempeñó como pagador del ejército con grado de Mayor y Adela Blackaller Ballesteros como enfermera voluntaria. Luego que los días crudos quedaran atrás, juntos comenzaron a modelar un México distinto. En el centro de ese hogar, se subrayó el amor a la patria; el sentimiento se improntó en sus descendientes y llegó a traslucirse en la voz literaria de la Maestra González Blackaller.
Adela Blackaller, leía una novela del romanticismo italiano intitulada Graziella, mientras hacía la esperaba su quinto hijo. Era el 3 de junio de 1922 en Saltillo, Coahuila, cuando llegó quien sería nombrada Adela por voluntad paterna y Graciela por decisión de su progenitora.
La geografía de sus primeras décadas fue amplia y enriquecida con paisajes variados. Adela Graciela creció bajo los cielos de Saltillo, Coahuila; San Juan del Río y Querétaro, Querétaro; Uruapán y Pátzcuaro, Michoacán; Mexicali y Ensenada, Baja California; para establecerse finalmente en Tamaulipas. Ya en este estado del norte, su trayectoria docente la llevó a residir en Laredo, Reynosa y Ciudad Victoria.
Su formación profesional y de posgrado la realizó en las escuelas de normal superior de Ciudad Victoria y Monterey, respectivamente. En el aula se desempeñó como educadora, maestra de educación primaria, secundaria y preparatoria; también fue catedrática de lingüística en la Escuela Normal Superior de Tamaulipas y asesora de tiempo completo en la Universidad Pedagógica Nacional campus Victoria.
La Maestra González Blackaller fue partícipe activa de la inauguración del panorama de las letras en Tamaulipas, no sólo desde la posición oficial sino también desde su actuación civil. El primer taller de literatura que ella presidió en los años sesenta fue Lapislázuli, y posteriormente el Círculo Literario Ignacio Manuel Altamirano, en ambos se compartían textos de los asistentes y se preparaban recitales con periodicidad. Ya en este nuevo siglo fundó el taller que llevaba su nombre y el cual impartía en la sala de su casa.
En 1971 se integra como socia fundadora de la Sociedad Bellas Letras, Bellas Artes, formada por un grupo de damas distinguidas de Ciudad Victoria, y de las cuales sería asesora vitalicia. Sin embargo su naturaleza inquieta, le llevó a explorar y pasar el puente hacia una creación contemporánea "esta declaración implica que los que gustan de la literatura rosa y sentimental han perdido a una de sus buenas representantes, pero a un tiempo Tamaulipas ha entrado a la prosa moderna y universal con ella." refiriere el escritor Guillermo Samperio en el prólogo de su libro "Samperio no existe y otros cuentos", editado por la Universidad Autónoma de Tamaulipasy el Programa Cultural de las Fronteras en 1989. Y es que a inicios de los ochenta, Graciela confronta su visión literaria asistiendo a los talleres que ofrecía el Instituto Tamaulipeco de Bellas Artes coordinados por el poeta Héctor Carreto y el narrador Guillermo Samperio. A los sesenta años, la fuerza de González Blackaller aceptó el desafiante proceso que las nuevas lecturas y compañeros de palabra trajeron. Carreto recordaba así su participación en las sesiones: "Defendía los valores tradicionales de la poesía romántica mexicana, nosotros los nuevos caminos que explora la expresión moderna. Este enfrentamiento de ideas produjo una especie de crisis en su postura como escritora: por un lado, le llamaba la atención la poesía que buscábamos; por el otro, no se atrevía a renunciar a la retórica practicada durante años."
El cambio de piel fue notorio, antes de concluir esa década presentó el poemario "Contra Reloj" y la colección de cuentos "Samperio no existe" en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes en la Ciudad de México. Las obras estuvieron comentadas por sus instructores, y el actor Carlos Bracho participó leyendo sus creaciones poéticas y narrativas.
"En Contra Reloj se encuentran versos tan frescos y sorprendentes como:
… Chimeneas grandiosas,
órganos solitarios que vigilan la ciudad dormida.
En los que, con imaginación e ironía, da vida a la materia orgánica. Siento en estos versos, más que una herencia del espíritu futurista, el temperamento libre e instintivo de los surrealistas. Su poesía, entonces, se transforma en el espacio donde todo puede ocurrir; donde todo es permitido, como en los sueños." refiere Carreto sobre este libro, mientras que Samperio expone sobre el otro ejemplar: "Sus relatos recuerdan las prosas de Horacio de Quiroga o las del primer Juan Carlos Onetti; es decir que al renovarse, la González Blackaller, produjo un estadio de la literatura tamaulipeca que no existía, pues antes que ella se había dado un doble salto mortal de las letras decimonónicas a las novísimas letras, dejando un vacío, ahora llenado felizmente por Graciela González Blackaller…"

Con la formación del Instituto Tamaulipeco de Cultura, la Maestra Graciela fue invitada a desempeñarse al frente del Departamento de Producción Editorial, desde donde fungió también como directora de la revista "En la Cultura" publicada por el gobierno del estado. Esa época marcó precedentes en la política cultural tamaulipeca, fue la primera vez en un sexenio donde se publicaron más de 100 libros en diferentes colecciones, y fue González Blackaller quien con gran tenacidad y pasión se ocupó del cuidado editorial de la gran mayoría de ellos. Además, al día de hoy no ha existido otro medio informativo impreso como el que ella dirigió: una revista oficial de cultura que resista el período completo de una administración de gobierno estatal.
Graciela González Blackaller fue una fuente inagotable que no dejó de fluir ni con la salud en merma. El gobierno del Estado de Tamaulipas le otorgó en el año 2000, el reconocimiento de Creador Emérito, sin embargo ella se mantuvo vigente como coordinadora de talleres literarios, realizando su última sesión con el grupo de La edad de Oro, días antes de su partida final.
De sus andanzas le sobreviven 14 descendientes, 8 libros, y muchas, muchos amistades y alumnos a los que sus acciones y palabras tocaron de especial manera. Graciela González Blackaller realizó una labor de escasos reflectores pero de trabajo constante. Su figura se hace presente desde la docencia, la función pública de la cultura, el fomento y la creación literaria, acciones que atizaron el movimiento de letras en Tamaulipas.

Publicado en En Público . seccion Cultura .Ciudad Victoria, Tamulipas. 28 noviembre.

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